jueves, 16 de octubre de 2014

Días de gloria.

Hay días grises.
Gélidos.
Detenidos en el tiempo.
Días donde la estufa apenas entibia la gran casa. 
Hay días sin olor. 
La gama de olores escondida entre las secas ramas o en el pasto dormido. 
Hay días oscuros, el dolor no cede, la muerte sobrevuela como ave hambrienta. 

Esos días son días de gloria, tal vez más gloriosos que los de la resplandeciente primavera con todo su colorido ropaje.

Es en esos días que se deja entrever la magnificencia de Dios interviniendo en la oscuridad más insondable; es ahí cuando  la esperanza brota delicada y fuerte con toda su intensidad hasta transformarse en una certeza profunda, Dios está aquí, afuera, alrededor, cerca, dentro de mí. 




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Entonces tu luz brillará como el amanecer, 
y tus heridas sanarán pronto. 
Irá delante de ti quien te declara sin culpa 
y la gloria del SEÑOR te seguirá.
Así tú llamarás y el SEÑOR responderá. 
Gritarás pidiendo ayuda y él te dirá: “Aquí estoy”. 


Isaías 58:8-9

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2 comentarios:

Fernando dijo...

Lo expresas muy bien, Ojo Humano. Es fácil creer en Dios y en su bondad cuando la primavera estalla y la naturaleza es un espectáculo. Pero Dios también está en el invierno, en el frío, en la desolación, todo eso nos recuerda que la vida es algo más que lo alegre y lo colorido.

ojo humano dijo...

Gracias, Fernando. Es bueno recordar que nuestro Padre no nos abandona aunque a veces nuestros sentimientos y percepciones nos alejan de Él.
Que tengas un buen otoño y un mejor invierno.